martes, 30 de octubre de 2012

Las palabras cansadas.

Ayer estuve registrando unos viejos papeles en mi habitación y encontré un material de un curso de lengua italiana que hice hace unos años. La finalidad de este curso era disfrutar mejor de un viaje que siempre quise hacer a la tierra de mi padre. Lo cierto es que no sólo cumplí mi objetivo de viajar y entenderme con los locales sino que también disfruté de mi etapa de estudiante del idioma. Allí conocí gente especial a quienes recuerdo con mucho cariño. Una de ellas fue la mia proffessoressa Rosa. Excelente pedagoga que, como muchas otras personas, ya emigró del país. En un exámen nos pidió que escribiéramos un pequeño cuento que quiero compartir con Uds.

Les coloco el original y la traducción. ¡Disculpen si aún hay faltas ortográficas!


Le parole stanche.

Un giorno, le parole decisero di fare lo sciopero. Erano stanche di essere usate senza coscenza, per parlare male della famiglia, degli amici e della gente di buona volontà. Anche le usavano como scuse per non capire alla gente:

- Ché mi dici? Non ti capisco niente! Mi sembra che stia parlando in cinese.

E allora, la cosa più straordinaria successe: la gente muoveva le labbra ma nessuna parola poteva essere ascoltata. Quando la gente apriva il giornale, le parole cadevano al piano rimanendo soltanto le foto e alcuna che altra parola che non se ne avevano reso conto, come "adormentata".

Ma la gente non fu più intelligente. Le parole decidono di finire lo sciopero. Non c'era differenza.

Se non fosse così non potresti leggere questo racconto, vero?


Las palabras cansadas.


Un día, las palabras decidieron hacer huelga. Estaban cansadas ​​de ser utilizadas sin conciencia, hablar mal de la familia, de los amigos y de las personas de buena voluntad. También las utilizaban como excusas por no entender a la gente:

- ¿Qué dices? ¡No te entiendo nada! Me parece que estuvieras hablando en chino.

Y luego, lo más sorprendente sucedió: la gente movía sus labios, pero las palabras no podían ser escuchadas. Cuando la gente abría el períodico, las palabras caían al suelo quedando tan sólo las fotos y una que otra palabra que no se había dado cuenta, como "adormecida".

Pero las personas no eran más inteligentes. Las palabras decidieron poner fin a la huelga. No hubo ninguna diferencia.

Si no fuera así no pudieran haber leído esta historia, ¿cierto?




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